Nadar en el Loira está estrictamente prohibido desde 1969, debido a su peligrosidad y corrientes inestables:
En sus riberas, la existencia de "arenas blandas", escondidas bajo los pies de los caminantes, y el derrumbe de "callejones sin salida", también escarpes de arena muy frágiles, exigen una mayor atención.
En el agua, las numerosas obras de arte, presas y esclusas presentes a lo largo del río contribuyen a crear una corriente cambiante, aparentemente tranquila pero a menudo tumultuosa.
Además, el sitio ARS Pays de la Loire apunta a aguas peligrosas a nivel sanitario, con riesgos infecciosos. Se destaca especialmente la presencia de cianobacterias. Ciertos animales salvajes también pueden traer consigo enfermedades transmitidas por el agua, como la leptospirosis.
Finalmente, los varamientos de algas verdes en ciertas costas del río, que producen gases tóxicos nocivos, no incitan a nadar.